- "No, así es el infierno" - contestó.
Tenía la mirada perdida, su gesto era inmóvil, como si hubiese gastado ya toda su energía a lo largo de los años.
Parecía no tener más capacidad de sufrimiento. No supe que decir.
Se limpió la cara de rimel corrido por las lágrimas. Se cubrió con su bata de seda desgastada del uso y me dijo:
- Deja el dinero en la mesita de siempre.
Entonces supe que no volvería más.
Me parece el mejor de todos los que llevas hasta ahora, pero con diferencia. En éste, nuevamente se pueden leer varios significados, pero ninguno de ellos feliz. Sinceramente, a mi éste me da rienda para mil cosas.
ResponderEliminarSaludos.